Siempre que iba a HMV cuando vivía en Londres, mi visita se limitaba única y exclusivamente a la sección de DVDs. Podía pasarme horas revisando las últimas novedades, las ofertas y leyendo la sinopsis de cualquier “cinta” que me llamase la atención. Ahora en Madrid no tengo más remedio que ir a la Fnac donde, de vez en cuando, también visito la sección de libros. Me pregunto si a alguien le resultará fácil encontrar un título concreto en este maldito lugar. Creo que tienen el peor sistema de organización de DVDs que he visto en mi vida. Con lo sencillo que es colocar todos los títulos por orden alfabético; aparte de tener varias secciones específicas, a su vez colocadas por orden alfabético (nunca por autores); y una última de ofertas, ni que decir tiene que por orden alfabético también.
En estos pequeños viajes al mundo de las películas, muy a menudo, suelo reencontrarme con obras que no puedo evitar coger en mi mano para sopesar una y otra vez la valía de su compra. Suelen ser películas que no he visto pero sobre las que sí he leído y tengo conocimiento, la mayoría grandes clásicos. O películas que no he visto y de las cuales, a veces, sospecho la calidad de su contenido por la referencia que me aporta su director. Otras veces me dejo guiar libremente por el instinto, que en ocasiones (más que suficientes) falla.
Una de estas perseverantes, perteneciente al primer grupo: grandes clásicos sobre los que he leído y escuchado pero que no he visto, es “To Kill A Mockingbird”. Estuve a punto de comprármela unas cuantas veces pero desafortunada o afortunadamente, según se vea, siempre aparecía otra película que yo creía más afín a mi gusto cinematográfico instigándome a no consumar mi relación con ella. Desde hace unos días, gracias a Telemadrid y su sistema Dual, puedo cerciorar la innegable maestría de este superclásico y la indudable certeza de que me la voy a comprar. Para todo aquel que no la haya visto y disfrute del séptimo arte es una cita ineludible.
Lo que no deja de extrañarme con respecto a esta película es la percepción que alguna gente, y más en concreto esos señores en la sombra que se dedican a redactar las sinopsis, tienen de la misma. Según muchos de ellos, o eso es lo que dan a entender; la película gira en torno a un juicio, al que un negro acusado por violación es sometido y a la figura del abogado que lo defiende Atticus Finch (Gregory Peck). Sinceramente, yo he visto una película diferente. Para mi los verdaderos protagonistas de la historia son los niños, de hecho la voz de la narradora es la de la hija de Atticus cuando es mayor.
Lo que se cuenta podría resumirse de la siguiente manera: Dos hermanos que viven en el sur de Estados Unidos durante la época de la represión, descubren poco a poco la vida, las injusticias, los prejuicios, un misterio y sobre todo a un padre con una bondad e integridad dignas de una figura mesiánica.
Estoy de acuerdo en que el juicio es uno de los momentos claves de la película y durante el cual el punto de vista, que hasta el momento había pertenecido mayoritariamente a los niños, cambia radicalmente pasando a pertenecer a Atticus (el héroe) para que así el público pueda identificarse más directamente con su “hazaña” (que en realidad es una derrota). Creo que nos encontramos aquí ante un claro ejemplo de variación sobre la estructura clásica del héroe, en lo referente al guión. Normalmente el protagonista y el héroe son la misma persona, pero en este caso hay una clara disociación entre los protagonistas (los niños) y el héroe, que funciona a su vez como mentor -en este caso no de si mismo sino de los protagonistas- (Atticus Finch). Esto ayuda a no forzar el arco de crecimiento de los personajes de los niños y crear un clímax a la altura del tema que se está tratando. Y he aquí donde a mi me parece que reside la fuerza bruta de esta película. Muy inteligentemente se nos presenta una historia de aventuras evocadora y nostálgica que nos convierte de nuevo en niños para en el segundo acto restaurar nuestra conciencia adulta e incrementar así por contraste el impacto de lo que se nos está contando. Si el punto de vista hubiera sido el de Atticus Finch durante todo el primer acto, muy probablemente se hubiera centrado en sus preocupaciones laborales. Por como está planteada la historia, veríamos entresijos del mundo de la abogacía y esporádicos contratiempos típicos de un padre de familia. Esto restaría, sin lugar a dudas, mucho potencial a la escena del juicio y a toda la obra. Se convertiría en algo parecido a un capítulo de “La Ley de los Ángeles”.
Por cierto, inolvidable momento en el que Atticus abandona la sala y el reverendo le dice a la hija de éste que se ponga en pie porque va a pasar su padre. Se me está haciendo un nudo en la garganta sólo de escribirlo.
Y ya para terminar algunas curiosidades:
- ¡Los niños no eran actores profesionales! Increíble pero cierto. Toda mi admiración para Robert Mulligan.
- Es una adaptación de la novela de Harper Lee con idéntico título, a la que le fue otorgado el premio Pulitzer el 1 de Mayo de 1961.
- Truman Capote, en su momento, sugirió que gran parte de la autoría del libro le correspondía. Él y Harper Lee eran buenos amigos (no sé hasta que punto después de esto). Si bien esta diferencia de opiniones nunca se llegó a esclarecer, sí es cierta la notable influencia del genio sobre la obra. Uno de los personajes, Dill, fue construido a su imagen y semejanza.
- Atticus Finch está en el número uno de la lista de Héroes de la historia del cine, redactada por el American Film Institute en Junio del 2003. Por delante de Indiana Jones (2º) y James Bond (3º).
- Produce Alan J. Pakula, director de la fantásticas “All the President’s Men” y “Sophie’s Choice” entre otras.
enseryo
thinking about not thinking too much
23.8.06
3.8.06
Ver barato
Desde que no escribo en el blog he ido al cine varias veces y he visto unas cuantas películas en casa.
En la pantalla grande: “Arven” (“The Inheritance”) de Per Fly, director danés. Cine norteño lleno de grandes pequeñas situaciones y un ritmo pausado pero muy intenso. Además tuve la suerte de poder verla en la azotea de la filmoteca en una sesión de verano al aire libre.
En la pantalla grande: “Le Temps du Loup” de Michael Haneke. Brillante y exigente película, como la mayoría de sus obras. Sobre este DIRECTOR simplemente comentar que se está convirtiendo en uno de mis favoritos.
En la pantalla grande: “The Da Vinci Code” de Ron Howard. Nunca hago críticas negativas.
En mi sofá de cuero/escay: “Family Plot” de Alfred Hitchcock. La última del gran maestro. Algunos se empeñan en verla como una de sus obras menores. Yo veo a un Hitchcock comprometido con sus ideas, con más humor que nunca, más desenfadado, más atrevido y más fiel a si mismo. Memorable aparición del gordito a modo de sombra-silueta en el cristal de una puerta homenajeándose a si mismo y a la serie de televisión (“Alfred Hitchcock Presents”). Atención a la música a cargo de nada más y nada menos que John Williams. Divertidísima.
En mi sofá de cuero/escay: “Victor/Victoria” de Blake Edwards. Fantástica Julie Andrews. Buenos gags al estilo de cualquiera de las de La Pantera Rosa. Magníficos decorados. Recomendable a todo aquel al que le gusten los musicales y el “slapstick”.
En mi sofá de cuero/escay: “American History X” de Tony Kaye. Ya se que es cine patriótico americano, que apesta a sermón moral y que el tema está más manido que las tetas de una puta barata. Pero ésta por lo menos no acaba como todas las demás y la historia está muy bien construida.
En mi sofá de cuero/escay (¿o estaba ante las puertas del averno?): “Resident Evil” y “Scooby-Doo”. Lo bueno si breve, dos veces bueno.
En la pantalla grande: “Arven” (“The Inheritance”) de Per Fly, director danés. Cine norteño lleno de grandes pequeñas situaciones y un ritmo pausado pero muy intenso. Además tuve la suerte de poder verla en la azotea de la filmoteca en una sesión de verano al aire libre.
En la pantalla grande: “Le Temps du Loup” de Michael Haneke. Brillante y exigente película, como la mayoría de sus obras. Sobre este DIRECTOR simplemente comentar que se está convirtiendo en uno de mis favoritos.
En la pantalla grande: “The Da Vinci Code” de Ron Howard. Nunca hago críticas negativas.
En mi sofá de cuero/escay: “Family Plot” de Alfred Hitchcock. La última del gran maestro. Algunos se empeñan en verla como una de sus obras menores. Yo veo a un Hitchcock comprometido con sus ideas, con más humor que nunca, más desenfadado, más atrevido y más fiel a si mismo. Memorable aparición del gordito a modo de sombra-silueta en el cristal de una puerta homenajeándose a si mismo y a la serie de televisión (“Alfred Hitchcock Presents”). Atención a la música a cargo de nada más y nada menos que John Williams. Divertidísima.
En mi sofá de cuero/escay: “Victor/Victoria” de Blake Edwards. Fantástica Julie Andrews. Buenos gags al estilo de cualquiera de las de La Pantera Rosa. Magníficos decorados. Recomendable a todo aquel al que le gusten los musicales y el “slapstick”.
En mi sofá de cuero/escay: “American History X” de Tony Kaye. Ya se que es cine patriótico americano, que apesta a sermón moral y que el tema está más manido que las tetas de una puta barata. Pero ésta por lo menos no acaba como todas las demás y la historia está muy bien construida.
En mi sofá de cuero/escay (¿o estaba ante las puertas del averno?): “Resident Evil” y “Scooby-Doo”. Lo bueno si breve, dos veces bueno.
22.7.06
Culpa
¿Dónde está mi verdadero castigo, mi justo destino, aquel que yo pueda conjugar con mi falso presente y mi incierto futuro sin que la belleza admirada pueda dañarme más? ¿Dónde buscar un signo, una ayuda , un impertérrito amigo que redibuje mi alma para poder descansar? ¿Cómo mirar la desdicha con unos ojos gastados que pretenden ser azules para jugar a gustar?
Es ahora el momento de contar el cuento, aquel que nunca supe y todos quisieron escuchar. Ahora es el momento de arrancar las pieles, las que quisieron cubrirme pero no hicieron más que lastimar. Dadme un alma de fuego y un cuerpo de agua que la pueda sofocar, quitadme el agua del cuerpo y surtidme con las llamas que silenciosas carbonizarán.
Dejaré crecer las uñas hasta que se claven en mis ojos para impedirme llorar. Los cabellos cubrirán mi cara eternamente sangrienta para que nadie me pueda juzgar.
Y expectante en el vacío mientras entierro mi pecado bajo el peso de la nada que nunca me cuestionará, regurgito sin esfuerzo aquello que quise ser: un dios, un vampiro, un héroe, un niño, riéndome sin motivo de esta gran atrocidad.
Es ahora el momento de contar el cuento, aquel que nunca supe y todos quisieron escuchar. Ahora es el momento de arrancar las pieles, las que quisieron cubrirme pero no hicieron más que lastimar. Dadme un alma de fuego y un cuerpo de agua que la pueda sofocar, quitadme el agua del cuerpo y surtidme con las llamas que silenciosas carbonizarán.
Dejaré crecer las uñas hasta que se claven en mis ojos para impedirme llorar. Los cabellos cubrirán mi cara eternamente sangrienta para que nadie me pueda juzgar.
Y expectante en el vacío mientras entierro mi pecado bajo el peso de la nada que nunca me cuestionará, regurgito sin esfuerzo aquello que quise ser: un dios, un vampiro, un héroe, un niño, riéndome sin motivo de esta gran atrocidad.
19.7.06
Scan me darkly
Entre ayer y anteayer estuve disfrutando con detenimiento de los primeros 24 minutos de la esperadísima “A Scanner Darkly” gracias a ing.com. En su nuevo trabajo, Richard Linklater, nos brinda una adaptación de la novela con título homónimo escrita por Philip K. Dick (un grande de la ciencia ficción). La combinación de talentos promete. Otros artistas implicados en el proyecto: Keanu Reeves, Robert Downey Jr., Woody Harrelson, Winona Ryder y Rory Cochrane.
Linklater decidió rodar la película en digital para luego “sustituir” las imágenes originales por otras animadas, utilizando una técnica denominada Digital Rotoscoping (de la que ya había echado mano en el 2001 para crear “Waking Life”). Esto consiste básicamente en dibujar por encima de la imagen real. Una decisión arriesgada a la vez que acertada. Arriesgada porque el cine de animación que se salga de la línea que han marcado los estudios Pixar en los últimos años está prácticamente condenado al fracaso. Y acertada porque la historia pedía a gritos un acercamiento no convencional en el que realidad y ficción se entremezclasen libremente.
El resultado estético del “Digital Rotoscoping” - que, por cierto, está patentado - es bastante sorprendente; pero su funcionalidad narrativa, en este caso en concreto, aún lo es mucho más. Cuando estaba viendo el clip por segunda vez, no pude evitar recordar “Final Fantasy: The Spirits Within” película que en el 2001 pasó sin pena ni gloria por las carteleras de medio mundo. A pesar de ser dos trabajos de animación muy diferentes tienen una característica visual en común que, a mi parecer, ha sido utilizada con gran efecto en la película de Linklater. Hay momentos en estas dos obras, que se presentan con bastante frecuencia, en los que tienes la sensación de estar viendo personajes reales. Y no sólo eso sino que; tan pronto como eres consciente de este hecho, esa sensación desaparece devolviéndote de inmediato a un entorno irreal, dibujado.
Mientras que en “Final Fantasy” esta extraña sensación no tenía ningún referente narrativo, provocando así distracción en el espectador y alejándolo de la trama cada vez que esto se producía, en “A Scanner Darkly” esa misma sensación aporta dimensión a la historia y nos ayuda a sumergirnos en la piel de unos personajes que tienen dificultades para diferenciar entre el mundo real y su visión particular del mismo generada por el consumo de drogas.
Añadiendo a todo esto actuaciones llenas de energía (por lo poco que he podido ver) que podríamos acomodar bajo los calificativos de “histrionismo contenido” o “surrealismo adictivo” y diálogos “ultralúcidos” sumergidos en paranoia al más puro estilo Linklater, se conforma ante nosotros llena de orgullo la que yo espero sea una de las películas de ciencia ficción más inteligentes de los últimos años.
Linklater decidió rodar la película en digital para luego “sustituir” las imágenes originales por otras animadas, utilizando una técnica denominada Digital Rotoscoping (de la que ya había echado mano en el 2001 para crear “Waking Life”). Esto consiste básicamente en dibujar por encima de la imagen real. Una decisión arriesgada a la vez que acertada. Arriesgada porque el cine de animación que se salga de la línea que han marcado los estudios Pixar en los últimos años está prácticamente condenado al fracaso. Y acertada porque la historia pedía a gritos un acercamiento no convencional en el que realidad y ficción se entremezclasen libremente.
El resultado estético del “Digital Rotoscoping” - que, por cierto, está patentado - es bastante sorprendente; pero su funcionalidad narrativa, en este caso en concreto, aún lo es mucho más. Cuando estaba viendo el clip por segunda vez, no pude evitar recordar “Final Fantasy: The Spirits Within” película que en el 2001 pasó sin pena ni gloria por las carteleras de medio mundo. A pesar de ser dos trabajos de animación muy diferentes tienen una característica visual en común que, a mi parecer, ha sido utilizada con gran efecto en la película de Linklater. Hay momentos en estas dos obras, que se presentan con bastante frecuencia, en los que tienes la sensación de estar viendo personajes reales. Y no sólo eso sino que; tan pronto como eres consciente de este hecho, esa sensación desaparece devolviéndote de inmediato a un entorno irreal, dibujado.
Mientras que en “Final Fantasy” esta extraña sensación no tenía ningún referente narrativo, provocando así distracción en el espectador y alejándolo de la trama cada vez que esto se producía, en “A Scanner Darkly” esa misma sensación aporta dimensión a la historia y nos ayuda a sumergirnos en la piel de unos personajes que tienen dificultades para diferenciar entre el mundo real y su visión particular del mismo generada por el consumo de drogas.
Añadiendo a todo esto actuaciones llenas de energía (por lo poco que he podido ver) que podríamos acomodar bajo los calificativos de “histrionismo contenido” o “surrealismo adictivo” y diálogos “ultralúcidos” sumergidos en paranoia al más puro estilo Linklater, se conforma ante nosotros llena de orgullo la que yo espero sea una de las películas de ciencia ficción más inteligentes de los últimos años.
16.7.06
Lady under Water?
Primeras críticas de la esperadísima nueva creación de M. Night Shyamalan. Y no son las que un acérrimo seguidor, servidor, esperaba.
Tanto en Hollywood Reporter como en Variety se hace un repaso de las principales flaquezas de la película. Las dos reputadas revistas coinciden en resaltar que uno de los principales problemas de la obra es su carencia de magia, que dada la naturaleza de cuento de hadas de la historia resulta imprescindible. También se habla de su poca capacidad para asustar o excitar (The Hollywood Reporter) y de un clímax precipitado e insatisfactorio (Variety) entre otras muchas cosas que no voy a mencionar porque se inmiscuyen demasiado en aspectos de la trama y de los personajes.
El origen de la película parte de un cuento de noche improvisado por Shyamalan para sus dos hijas pequeñas. El director presenta inicialmente el proyecto a los estudios Disney que no confían en sus posibilidades y le advierten que es peligroso retratar a un crítico de cine inútil como personaje secundario. Shyamalan recoge sus cosas y se va con ellas a la Warner donde le reciben de brazos abiertos. Posteriormente criticaría duramente a la Disney por su falta de visión.
No suelo hacer mucho caso de lo que dicen los críticos, pero en esta ocasión me estoy empezando a asustar. ¿Es posible que uno de nuestros directores favoritos de los últimos tiempos haya perdido el control en esta ocasión? ¿Quizás la pasión que profesaba por el proyecto le ha hecho perder la perspectiva? ¿O será que los que han escrito estas reseñas no han podido evitar verse reflejados en este polémico personaje secundario?
Espero volver a estar en desacuerdo con la crítica como ya lo hice antes con respecto a "The Village". De lo contrario, al menos habré aprendido algo. Y no me refiero a lo más obvio, a lo que no funciona y no se debe repetir más. Sino a las brillanteces y maravillas a las que este hombre nos tiene acostumbrados. Aunque la película no funcione, con Shyamalan, de esas siempre habrá.
13.7.06
Superman Returns
En un principio me había planteado compartir mis impresiones sobre esta película sin haber espiado antes las críticas, reseñas, pareceres u opiniones de mis compañeros de la blogosfera, periodistas, podcasters, aficionados y demás.
Lo siento, no he podido. Las palabras que a continuación trataré de “promulgar” están condenadas de antemano a carecer del más mínimo ápice de originalidad. ¿O quizás no?
Dado que, en la mayoría de los escritos y disertaciones que he leído o escuchado, se parte de un enfoque en el se trata de objetivar una experiencia, especialmente subjetiva en este caso concreto (al menos para mi y supongo que para todo aquel al que la nostalgia haya conseguido teletransportar hasta el pasado convirtiéndolos en niños de nuevo), yo voy a tratar de encontrar esos objetos claves e intrínsecos al personaje de Superman que nos obligan a adorarlo y nos inducen a olvidar cualquier imperfección cinematográfica convencional que le rodea. Y digo objetos porque creo que la experiencia subjetiva parte de unos determinados valores y/o características del personaje que nos obnubilan convirtiendo todo lo demás en pequeñas partes adyacentes a un “hombre” fascinante.
Lo haré a modo de lista comparativa; en la que proporcionaré un desglose de esas características imprescindibles de Superman, contrastándolas con las supuestas imperfecciones o aciertos de los que padece o se beneficia la película de Bryan Singer:
•Superman es un alienígena bueno - ¿A quien le importa el pasado de Lex Luthor teniendo tanto que reflexionar sobre la fascinante civilización Kriptoniana? Es suficiente con que sea malo y lo necesariamente inteligente como para sostener una oposición digna del gran héroe. Al fin y al cabo son personajes de cómic. Nada que decir sobre sus secuaces. Meramente anecdóticos. Su “novia” Kitty Kowalski, divertida.
•Superman vuela (entre otras cosas) - ¡Y como vuela señores! Ya solo por esto vale la pena ver la película. ¿Y el ritmo? ¿Qué ritmo? Cuando Superman vuela el tiempo desaparece. ¿Y cuando no vuela? ¿A alguien le aburre esperar en la entrada de un concierto cuando va a ver actuar a su grupo favorito?
•Superman tiene una identidad secreta - ¿Es realmente importante el hecho de que unos reporteros tan sagaces no sean capaces de desenmascarar a Clark Kent? El parecido físico no es determinante. Superman se oculta tras una máscara de personalidad y carácter. Recordemos que hablamos de un personaje de cómic.
•Superman es un semidiós justiciero - Que como buen semidiós moderno hace sus apariciones-espectáculo para cientos/miles de espectadores que observan el cielo pasmados, con las bocas abiertas y los ojos como platos. ¡La mano de Dios actuando! Por fin algo en lo que creer prescindiendo de la actualmente tan mal lograda fe.
•Superman está enamorado - A pesar de ser conocido como el hombre de acero, no es de piedra. Aquí tenemos al antihéroe, Clark Kent, tratando de conquistar a la princesa que está enamorada del príncipe azul. Superman quiere ser amado por sus cualidades humanas y al mismo tiempo proteger a su amada separándola de una relación imposible con su yo extraterrestre. Sus enemigos la utilizarían, haciéndole daño, para llegar hasta él. ¿Qué harías tú? ¿Y Lex Luthor? ¿Estaré hablando de otra película? No importa. Es Superman.
•Superman es hijo adoptivo - Todo hijo adoptivo tiene curiosidad por conocer sus orígenes cuando se le presenta la oportunidad. ¿Hace falta dar más explicaciones al respecto? Si fuera de Ohio en vez de Kripton no habría tardado cinco años en realizar tan importante viaje.
•Superman es 33% héroe, 33% Clark Kent y 33% John Williams (con la venia de John Ottman) - Imaginar al superhéroe desligado de esta emocionantísima y evocadora composición musical, sería perder gran parte de su esencia. Los títulos de crédito acompañados de la misma en la versión de 1978 (Richard Donner) son un hito en la historia del cine moderno. Bryan Singer se ha encargado de actualizarlos con un gran respeto.
Retomemos, ahora sin comparaciones, esos objetos clave o características imprescindibles que hacen de la figura de Superman algo mágico y casi religioso (en el buen sentido de la palabra) y que convierten una película con el mismo por protagonista, en una experiencia completamente subjetiva:
Superman es un alienígena bueno, un semidiós justiciero, un hijo adoptivo, que vuela, con poderes, con una identidad secreta, 33% John Williams (permítaseme la licencia) y que está enamorado con dificultades para consumar su pasión.
¡Que se dedique a salvar gente haciendo gala de su maniobrabilidad aérea al ritmo de los compases de John Williams! Con eso es más que suficiente. El resto son todo pluses.
Bryan Singer lo ha planteado muy bien. Porque él también quiere a Superman.
12.7.06
Superman
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